Siguiendo con la idea de potenciar la ciudad en cuanto a sensaciones he encontrado un proyecto muy interesante.
Se trata de una solución arquitectónica que como, en la Praça do Comércio, resuelve el encuentro del paseo marítimo con el agua, de una forma gradual, mediante amplios escalones de mármol blanco que se adentran en el mar bajo las olas.
Esta escalinata, además de ayudar a difuminar la frontera entre mar y tierra, tienen una analogía con las variaciones de tamaño de los tubos de un órgano. En este caso los tubos son de poliuretano de diferentes diámetros que recorren el intradós de cada tramo de escalera, conectando la parte sumergida con una galería que recorre el subsuelo del paseo.
Con la fuerza variable de las olas, el agua penetra por el extremo inferior de los tubos y es impulsada hacia la galería subterránea, que la recoge y la devuelve de nuevo al mar. En este proceso, el aire del interior de los conductos es empujado hasta unos orificios que comunican la galería con la superficie del paseo, generando vibraciones sonoras que, dadas las variaciones en el diámetro y la longitud de los tubos, cubren un amplio abanico de tonos musicales.
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